Detrás de la nube de internet

Hablamos de trabajar en la nube como si internet nos sobrevolara desde una especie de realidad digital intangible. Internet es una infraestructura muy compleja, razón por la que es comprensible que, desde el punto de vista del marketing, sea unánime la intención de  transmitir una idea de simplicidad y ubicuidad. No obstante si queremos saber adonde van vuestros datos cuando los subimos a la nube, cómo de lejos van, que caminos llevan o quién es el dueño de esa nube… ahí la metáfora se agota. Para responder hay que acudir a una realidad ajena a la didáctica infantil de la publicidad. En ese momento nos encontramos con la arquitectura física de Internet y aquí cualquier metáfora se queda corta en comparación con la fascinante realidad de las telecomunicaciones.

«En abril de 2011, una mujer de 75 años que estaba arreglando el jardín cortó con su pala un cable subterráneo. En aquel momento todo Armenia se quedó sin Internet. Unos meses antes, en enero, las autoridades egipcias sólo lograron cerrar la conexión del 70% de la población a Internet en un intento desesperado por apaciguar la inminente revolución.»

Fragmento del libro Tubos, de Andrew Blum

 Internet es, ante todo, cables. Nos conectamos a la Wi-Fi o al 4G y parece que Internet es intangible y disperso. Pero la realidad es compleja, y también sea dicho de paso, más interesante.

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Playa de El Médano, Tenerife

Imagina que estás paseando por la playa de El Médano, en Tenerife. Vas por la arena escuchando Spotify en el móvil. Todo inalámbrico, ¿no? Pues no exactamente. Tu móvil solo se conecta sin cables hasta la antena de telefonía más próxima, después nada es lo que parece. Impulsos de luz llevan la música que escuchas por debajo de tus pies. En esa playa, debajo de la arena que pisas, está enterrado un cable de fibra óptica con nombre propio, Atlantis-2. Sin saberlo estás caminando sobre un coloso de las telecomunicaciones, un cable que continúa mar adentro durante más de 12.000 km. Si tiras de un extremo llegas a Argentina, tirando del otro a Lisboa pasando por África. Este cable es propiedad de un consorcio de 25 operadoras que comunican con un único cable Europa, África y América. Piensa que a cada paso que das circulan por debajo de tus pies las comunicaciones de millones de personas, conectando tres continentes a la velocidad de la luz. ¿Dónde queda la nube?

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